viernes, noviembre 06, 2009
sábado, octubre 31, 2009
Juliette Binoche estará en el Estoril Film Festival de Portugal
Estoril Film Festival
Tributo a Juliette Binoche en el Estoril Film Festival
lunes, junio 22, 2009
lunes, marzo 09, 2009
lunes, febrero 09, 2009
La hermosa madurez de Juliette Binoche
Pero a las estrellas de cine, aunque se empeñen en evitarlo, el tiempo las acosa tan inexorablemente como al resto de los mortales, y Juliette Binoche no tardó en revelarse como ese tipo de mujeres a las que –por más que el cine siga prefiriéndolas jóvenes– los años les sientan de maravilla. Hay que verla en Caché (Escondido), de Michael Haneke, llevando adelante a esa esposa, madre y ama de casa burguesa, con todo el cuerpo. Ahí está ella, las facciones más maduras aunque siempre nítidas, y sus caderas y sus hombros que repentina y sorpresivamente aparecían ensanchados –más un vestuario que parecía darle la bienvenida a esa transformación corporal–, expresando con precisión el estilo de vida y los miedos de toda una parte de Europa; el de una clase media acomodada que “de pronto” siente su confort amenazado por el fantasma –bien corpóreo– de la inmigración. Y hay que volver a verla en Violación de domicilio (Breaking and Entering, de Anthony Minghella), donde era ella –que dice tener una mezcla de raíces polacas, brasileñas y marroquíes– la inmigrante, una refugiada bosnia; con su nueva, contundente, hermosa figura, desnudada para una escena de sexo, poniéndole vida e intensidad a la Londres costosa, fría y algo zombie en que transcurre la historia y sacudiendo un poco al inerte matrimonio de Jude Law y Robin Wright Penn.
Sus últimas dos películas estrenadas en Argentina desaprovecharon a esta nueva Juliette, y es una pena. En la norteamericana Danny, un tipo de suerte, es apenas una caricatura destinada a acompañar a Steve Carell. En Las horas del verano, de Olivier Assayas –y todavía en cartel–, interpreta a una exitosa diseñadora instalada en Nueva York que regresa a París fugazmente para resolver con sus hermanos la venta de la casa repleta de obras de arte que les ha heredado su madre. Por alguna razón aparece rubia, rejuvenecida, algo ausente. Es lo que le exigen el guión y su personaje, pero no puede dejar de extrañarse a esa mujer más avasallante, más verdadera en la que venía convirtiéndose. A la actriz que ganó en convicción lo que los años le dotaron con gracia en densidad física; a la más viva de todas en un cine aletargado.