Hace tiempo que Juliette Binoche puede elegir a gusto
los papeles que quiere interpretar. Que en su currículum figuren nombres
tan significativos como Kieslowski, Malle, Haneke, Godard, Assayas,
Minghella, Kiarostami, Leos Carax, Cronenberg o Bruno Dumont, entre
otros, y que haya afrontado trabajos tan exigentes como los de Bleu,
Caché, El paciente inglés, La insoportable levedad del ser o Copia
certificada le han dado ese privilegio. Sin embargo, ella suele elegir
personajes que representan casi invariablemente compromisos riesgosos.
Arriesgarse la estimula, dice, y asegura que está atenta a no dormirse
en los laureles. "Una actriz debe abrirse a experiencias nuevas, a
exponer sus sentimientos más profundos para despertar su alma, atreverse
a abordar material nuevo. El verdadero riesgo reside en la repetición,
en estancarse en certezas."
Esa necesidad es la que seguramente la llevó a asumir el papel protagónico de Elles
, el film franco-polaco-alemán que CDI presentará pasado mañana y donde
fue dirigida por Malgoska Szumowska. En este caso, le toca el papel de
una madre de familia de la clase alta que trabaja como periodista para
la revista Elle y está desarrollando una investigación sobre el fenómeno
de las jóvenes estudiantes europeas que han elegido la prostitución
como modo de vida para pagarse los estudios y gozar de cierta holgura
económica. El vínculo con dos de ellas, una francesa y una polaca, que
parecen haber asumido esa elección sin mayores conflictos psíquicos,
morales o emocionales, hará que tambaleen algunas certezas de la
protagonista.
Fue Slavomir Idziak, el fotógrafo con el que trabajó en Blue
, de Kieslowski, quien le presentó a Szumowska, definiéndola como una
de las mejores cineastas polacas de su generación (tiene ahora 39 años).
"Me gustó su energía -ha comentado Binoche-. Era un poco provocativa,
pero la sentí sincera. Y aunque cuando hablamos la primera vez me confió
sus dudas de que pudiéramos entendernos -las dos tenemos personalidades
fuertes-, nos atrevimos a probar y todo marchó muy bien."
La actriz ha confesado que cuando leyó el guión se dio cuenta
inmediatamente de la inteligencia con que se había desarrollado el
espinoso tema, utilizando un enfoque valiente y nada simplista. La
película no acusa a nadie, solamente expone; permite ver los insidiosos
cambios de una sociedad que influye en nuestro modo de ser y en nuestro
modo de pensar.
"La prostitución es rentable -añade en una entrevista
facilitada por la compañía distribuidora-; no requiere mucho tiempo,
ofrece una cierta comodidad económica y permite sentirse parte de la
sociedad de consumo. Estamos acostumbrados a ver anuncios en las calles y
en las revistas de chicas casi pubescentes rodeadas de todo tipo de
lujos y adoptando poses que rozan lo pornográfico. Con el tiempo, estos
anuncios nos llevan a creer que la juventud, el lujo y el sexo quedan
bien y que no hay que alarmarse, que tampoco es para tanto."
La idea original fue de la productora Marianne Slot.
Sucede que los medios europeos hablan con frecuencia de las jóvenes que
se prostituyen para poder pagarse los estudios y ella se sentía
intrigada por este fenómeno social. ¿Qué significa para estas mujeres?
¿Qué dice acerca de la sociedad? ¿Es la prostitución la última
liberación para la mujer al tomar posesión absoluta de su cuerpo,
incluido el derecho a venderlo? ¿O se trata de una sumisión intolerable?
Al desarrollar la idea en un guión, la realizadora y su coguionista,
Tine Byrckel, quisieron plantear estas preguntas sin enjuiciar a nadie.
Como dice Juliette: "Cuando una película intenta dar una respuesta
moral, es una catástrofe. Las películas no están para dar soluciones".
Interrogantes
Entre la actriz y la directora, hubo respeto y
comprensión desde el principio, según cuenta Juliette. "Sentí -dice- que
había algo de ella en la película que debía salir a la luz. Fue un
nacimiento artístico, emocional e intelectual."
-¿Puede entenderse entonces que al interpretar a la periodista que entrevista a las dos chicas se convirtió en el álter ego de Malgoska?
-No se trata de ella, sino de las preguntas que
plantea. ¿Qué es una mujer? ¿Cómo es su sexualidad? ¿Cuáles son sus
miedos, sus juicios? ¿Qué es la prostitución? ¿El placer? ¿La juventud?
¿Qué la excita? ¿Qué representa estar casada? ¿Qué es avergonzarse? ¿Qué
es estar atrapada? ¿Qué es ser una madre? ¿Una periodista? La directora
explora estas preguntas a través de mi personaje y yo me convierto en
su cómplice, su inspiración, su hermana, su sombra, su documentalista.
-Y se pone en lugar de su personaje.
-¡Cómo no sentirse fascinada, horrorizada, envidiosa de
la aparente libertad de la juventud, de su elección! Durante las
entrevistas con las dos chicas aparece la conciencia. Pueden ser vistas
como monstruos, pero también como dos chicas asustadas. La soledad de
las dos estudiantes y la soledad de la protagonista no están tan
alejadas.
En cuanto al acercamiento que se aprecia entre ellas,
dice que también lo hubo entre las tres actrices, aunque de modo
diferente: "Anaïs Demoustier es una joven estrella del cine francés,
sensible, inteligente. Joanna Kulig transmite sobre todo un gran deseo
de libertad, un lado indomable que puede manifestarse en cualquier
momento. Se nota que lo da todo cuando interpreta. Las dos tenemos algo
en común, nos gusta morirnos de risa".
Y cuando habla de Elles y de la tentación de
catalogarlo como film feminista, suele intercalar una aclaración:
"Hablar de las mujeres, de lo femenino, de la intimidad no es ser
feminista. En mi opinión, la palabra feminismo es inadecuada. La
película no intenta moralizar ni defender. Sólo mira el uso que se hace
del cuerpo e ilumina una situación inducida por la sociedad; el deseo de
vender, de sorprender, de influir y de mostrar el cuerpo como un
objeto, con lo que se niega la existencia de la persona".
Por Fernando Lopez
| LA NACION - 28 de agosto de 2012
Diario La Nación Argentina