Con un retraso de dos horas y medio atado de cigarrillos, la apertura oficial del Festival de Mar del Plata fue, desde algún lado, una genialidad. Auspiciado en exclusiva por Canal 13, que manejó los tiempos (y el hambre y la sed y las ganas de ir al baño) de los invitados a las 19 que se sentaron a las 20 y aguantaron escuchando Kool & the Gang en el Auditorium hasta el inicio de la "ceremonia" a las 21,30. Nos quejamos, además, porque no había un mísero saladito.
Pero la ceremonia empezó, cómo no. Conducida por Adrián Suar y Cecilia Roth -siempre en línea ella-, se trató de una colección de homenajes al cine, a nuestro cine y al poder de los multimedios. Es que había mucho para recordar: teníamos tres estrellas que no cobraron cachet por venir (eso aseguró Miguel Pereira, director del Festival, es decir, que la onda es universal), que se cumplen diez años de la vanguardista Ley de cine, que se cumplen 30 años del comienzo tétrico de la Dictadura criminal, que se cumplen 20 años del Oscar a La historia oficial, que Santaolalla ganó el Oscar...tantas cosas. Festejar es re-lindo, vieron.
Festejo no es justicia, pero justicia, un poco, hubo. Que el show televisivo se pareciera al hijo bobo de la entrega de los Oscar, el Martín Fierro y -bromillas de Suar mediante- Sin Código es lo de menos: fue la expresión absoluta del Argentine Clarin Style, que tanto nos identifica. Lo peor y lo mejor vino por otro lado.
¡Qué Binoche Anoche!
La primera homenajeada de la noche fue Juliette Binoche, presentada por Diego Peretti. Bajó saludando y con lindísimo flequillo (su vestido también tenía flequillo, pero en el ruedo. Muy chic). Hasta entonces, nadie sabía para qué había venido, salvo que se proyecta Caché, su último film. Pero ahí lo supimos. La traductora -a juzgar por el acento, una de aquellas francecillas que vienen a la Argentina a aprender tango y, por tener charme, consiguen algún lindo trabajito- desconocía el castellano. La primera frase de la chica de El paciente inglés, enjundiosa y social, fue reducida a "qué lindo que es estar en Mar del Plata", poco más o menos. La señora Binoche paró en seco y dijo "Je n'ai pas dit ça, absolutement!" (o sea: "Epa, nena: yo no dije nada, pero nada de eso, y no te hagás la zorra que te hago torta"...bueno, tampoco yo soy traductor, pero la intención era esa). De allí en adelante, la diva habló a toda velocidad de cosas importantes sobre el rol del actor en la sociedad sin darle pie a la así llamada "intérprete". Y se despidió con un "Gracias por el regalo, pero los actores nacemos para servir, no para ser servidos" y, con su mejor sonrisa de Place de la Concorde a las seis de la tarde en verano, dio media vuelta y se fue. ¡Otra que la Piaf cantando "Je m'en fou"! (que, en castellano mardelplato-traductorial significa "me importa un caramelo santo"). ¡Avantí, Morochá!
Pero la ceremonia empezó, cómo no. Conducida por Adrián Suar y Cecilia Roth -siempre en línea ella-, se trató de una colección de homenajes al cine, a nuestro cine y al poder de los multimedios. Es que había mucho para recordar: teníamos tres estrellas que no cobraron cachet por venir (eso aseguró Miguel Pereira, director del Festival, es decir, que la onda es universal), que se cumplen diez años de la vanguardista Ley de cine, que se cumplen 30 años del comienzo tétrico de la Dictadura criminal, que se cumplen 20 años del Oscar a La historia oficial, que Santaolalla ganó el Oscar...tantas cosas. Festejar es re-lindo, vieron.
Festejo no es justicia, pero justicia, un poco, hubo. Que el show televisivo se pareciera al hijo bobo de la entrega de los Oscar, el Martín Fierro y -bromillas de Suar mediante- Sin Código es lo de menos: fue la expresión absoluta del Argentine Clarin Style, que tanto nos identifica. Lo peor y lo mejor vino por otro lado.
¡Qué Binoche Anoche!
La primera homenajeada de la noche fue Juliette Binoche, presentada por Diego Peretti. Bajó saludando y con lindísimo flequillo (su vestido también tenía flequillo, pero en el ruedo. Muy chic). Hasta entonces, nadie sabía para qué había venido, salvo que se proyecta Caché, su último film. Pero ahí lo supimos. La traductora -a juzgar por el acento, una de aquellas francecillas que vienen a la Argentina a aprender tango y, por tener charme, consiguen algún lindo trabajito- desconocía el castellano. La primera frase de la chica de El paciente inglés, enjundiosa y social, fue reducida a "qué lindo que es estar en Mar del Plata", poco más o menos. La señora Binoche paró en seco y dijo "Je n'ai pas dit ça, absolutement!" (o sea: "Epa, nena: yo no dije nada, pero nada de eso, y no te hagás la zorra que te hago torta"...bueno, tampoco yo soy traductor, pero la intención era esa). De allí en adelante, la diva habló a toda velocidad de cosas importantes sobre el rol del actor en la sociedad sin darle pie a la así llamada "intérprete". Y se despidió con un "Gracias por el regalo, pero los actores nacemos para servir, no para ser servidos" y, con su mejor sonrisa de Place de la Concorde a las seis de la tarde en verano, dio media vuelta y se fue. ¡Otra que la Piaf cantando "Je m'en fou"! (que, en castellano mardelplato-traductorial significa "me importa un caramelo santo"). ¡Avantí, Morochá!
Escrito por El Bigote de Foro de Terra Argentina
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