lunes, julio 24, 2006

Juliette Binoche, un revê français...

Juliette Binoche, que el pasado 24 de marzo ganó el Oscar a la mejor actriz secundaria en El paciente inglés, cosecha, con treinta y tres años, el fruto de una carrera ejercida con exigencia, y donde figuran tanto audaces obras de autor como grandes éxitos populares, que la convierten en una actriz unánimemente apreciada.
Fue la gran sorpresa de la 69 ceremonia de los Oscars. Y tal vez para la interesada más aún que para los observadores. Treinta y siete años después del Oscar de Simone Signoret, Hollywood ha galardonado a Juliette Binoche por su papel en El paciente inglés del británico Anthony Minghella*, gran protagonista de la velada con nada menos que nueve Oscars, entre ellos el de la mejor película del año 1997. La victoria de Juliette es todavía más destacada teniendo en cuenta que en esta categoría figuraba la gran Lauren Bacall -su primera nominación- y que parecía ser la favorita.

Tras el Oscar por su papel en El paciente inglés, Juliette Binoche ha recibido igualmente el premio de interpretación de la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y Televisuales.
Totalmente estupefacta y sin intentar ocultar su alegría al recibir la estatuilla dorada, Juliette Binoche rindió homenaje con una espontaneidad conmovedora a Lauren Bacall, a quien buscó con la mirada en la sala, antes de confesar y estallar en una carcajada y con un inglés fluido: "estoy tan conmovida. Es como un sueño. ¡Debe ser un sueño francés!" Y esto es, en efecto, lo que parece encarnar para los directores extranjeros que ya han apostado por ella. Pues no es ésta la primera interpretación en inglés de Juliette, que es una de las pocas actrices francesas de relevancia internacional.
Comparada por la prensa americana por su trabajo en El paciente inglés con la Ingrid Bergman de Por quien doblan las campanas, Juliette Binoche no sólo debe su éxito fuera de nuestras fronteras a su dominio del inglés. Su inteligente y sensible comprensión de los papeles, la profundidad y sutileza de su interpretación, su capacidad para comunicar la emoción inmediata, su sencillez entre grave y liviana, su carácter voluntarioso e independiente, la convierten en una actriz aparte.

Combativa y frágil a la vez

"No vivo para el placer, sino para buscar, evolucionar, conocer, cuestionarme". Sus decisiones han estado guiadas efectivamente por una fuerte exigencia interior que la condujo a renunciar a Parque Jurásico de Spielberg, para afrontar el papel de una mujer que pierde a su marido y a su hijita en un accidente de coche en Azul (1993) del polaco Krysztof Kieslowski, la misma exigencia que la decidió a abandonar el rodaje de la película sobre Lucie Aubrac -miembro de la resistencia francesa-(1996) de Claude Berri, por no compartir la visión del personaje ni los métodos de trabajo.

Juliette Binoche en El paciente inglés del británico Anthony Minghella.

Pues Juliette estima que "el trabajo de un actor, es ser", y ¿cómo conseguirlo sin construir su papel (ensayó durante quince días antes del rodaje de El paciente inglés), sin poder hablar de ello con el director? Aunque demasiado lúcida como para confundir sus papeles con su propia vida, Juliette Binoche tiene un deseo, testarudo tal vez, de comprender a sus personajes en profundidad, de ir a su encuentro arriesgándose física y psicológicamente como en Los amantes del Pont Neuf (1991) de Léos Carax, una obra de un romanticismo negro, un proyecto un tanto loco en el que participó durante dos años.
Sus cualidades de intérprete, que ya habían premiado el Festival de Venecia por su papel en Azul -que le valió asimismo en Francia un César- y el Festival de Berlín por su interpretación en El paciente inglés, alcanzan toda su amplitud en este fresco novelesco, donde se cruza el drama colectivo e íntimo de cinco personas cuya vida se ve trastornada por la Segunda Guerra Mundial.
Papeles de "superviviente"

El director pensó inmediatamente en ella para interpretar a Hana, esa enfermera canadiense herida por la muerte de su amante que recobra las ganas de vivir junto a une misterioso oficial, totalmente quemado y amnésico, y del que se ocupará a pesar de las sospechas que pesan sobre él.
Marcada por papeles dramáticos, acostumbrada a "rozar " la muerte y el dolor que interpreta con toda la templanza de la interiorización, Juliette Binoche insiste hoy en su preferencia por los personajes "supervivientes" tanto en la pantalla como en la vida real, y en sus ganas de vivir.
Hay que reconocer que nuestra Juliette "nacional" parece tener auténtica predisposición para la felicidad. Estas últimas semanas -y desde hace unos años para los que la observan atentamente-, ha mostrado en la tele y en las portadas de las revistas un rostro radiante, visiblemente feliz de haber encontrado un equilibrio personal de mujer y de madre, que protege celosamente de las indiscreciones de los medios de comunicación.
Su naturalidad pícara, risueña y jueguetona, su carácter intuitivo y salvaje -que la acerca a los niños y a la naturaleza-, así como su generosidad alegre, su atención hacia los demás y su inquebrantable fuerza vital han quedado patentes en El paciente inglés.

En Azul (1993) de K. Kieslowski que le valió la Copa Volpi en el Festival de Venecia.
Juliette confesó igualmente lo contenta que estaba por haber podido interpretar un sentimiento inédito, la "compasión", ya que está acostumbrada a encarnar la pasión -física junto a Jeremy Irons en Fatal de Louis Malle (1992); trágica y romántica en La insoportable levedad del ser de Philip Kaufmann (1987), o Mala sangre (1986) de Léos Carax. El personaje de Hana, lleno de coraje e independencia, aparece como un contrapunto sereno de la pasión devastadora que viven el "paciente inglés", interpretado por Ralph Fiennes, y Katherine, a quien da vida Kristine Scott Thomas, la inolvidable y fascinante esposa compartida por dos hombres.
Ni del todo la misma, ni completamente diferente, Juliette Binoche parece no haber conservado más que lo mejor de sus antiguos personajes, de los que siempre sale reforzada, enriquecida, engrandecida. Así, la mujer entera, infantil y obstinada que es la joven Teresa, enamorada celosa de un hombre mujeriego interpretado por Daniel Day Lewis en La insoportable levedad del ser; la mujer afligida y solitaria que consigue sobrevivir al dolor en Azul; la orgullosa, enérgica y sensual Paulina de Théus de El húsar en el tejado; la bailarina antojadiza, atrevida e impulsiva de Un diván en Nueva York; la artista absoluta y radical de la pintora vagabunda de Los amantes del Pont Neuf. Al final de El paciente inglés la vemos dispuesta a comenzar de nuevo, reconciliada con ella misma y con la vida, luminosa.
Anne Rapin
*Adaptada de la novela de Michael Ondaatje

Referencias

El húsar en el tejado (1995) de Jean-Paul Rappeneau.
Formada en el Teatro del Conservatorio de París -tras haber dudado entre la pintura y el arte dramático- Juliette Binoche se dio a conocer en Je vous salue Marie de Jean-Luc Godard en 1983. André Téchiné le confía su primer auténtico papel en Rendez-vous (1985) cuando tiene 20 años. Durante los años siguientes comparte su vida y su carrera con el director Léos Carax, con quien rueda Mala sangre (1986) y Los amantes del Pont Neuf (1991). Tras Azul (1993) de Krysztof Kieslowski, El húsar en el tejado (1995) de Jean-Paul Rappeneau, Un diván en Nueva York (1995) de Chantal Ackerman, con William Hurt, y El paciente inglés (1996), Juliette Binoche trabajará probablemente en la próxima película de André Téchiné.

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